TALLER DE EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA I
LECCIÓN 3
En
la lección dos iniciamos con el reconocimiento de dos textos, continuaremos con
otras dos obras para clarificarlas, además determinarán su género y subgénero; de
igual manera destacarán las características que las distinguen entre sí, la información
la presentarán o procesarás en la siguiente tabla:
Título
|
Género
|
Subgénero
|
Estructura textual
|
Características
|
Actividad:
Realizar la lectura de la obra titulada Comprobante de guardería de Paloma
Pedrero, en equipo determinar tipo de texto, género, subgénero y estructura
textual o prototipo textual.
COMPROBANTE DE GUARDERÍA
Paloma Pedrero
ACTO ÚNICO
ESCENA: Salón-comedor de casa modesta o apartamento. Los muebles son típicos de
piso de alquiler: toscos, impersonales y baratos. La decoración escasa. En la
habitación hay signos de mudanza reciente. Al encenderse la luz vemos a marta. Está arreglada y maquillada, aunque en su rostro hay huellas de
cansancio. Abre su bolso de mano y busca un papel que coloca encima de la mesa
del teléfono. Va a marcar pero se arrepiente y cuelga. Se sienta en el sofá al
lado de una caja de cartón por la que asoma ropa que ella coloca delicadamente.
(Suena el timbre de la puerta. marta se levanta, se pone el abrigo y se dirige a abrir.)
(En el umbral de la puerta aparece gonzalo.)
marta. —(Sin dejarle entrar.) ¿Qué
quieres?
gonzalo. —¿Cómo que qué quiero? Déjame pasar.
marta. —¿Para qué?
gonzalo. —Tenemos que hablar.
marta. —Ahora no
puedo. Tengo prisa. Iba a salir en este momento.
(GONZALO empuja la puerta y se introduce dentro de la casa.)
gonzalo. —Creo que me debes una explicación.
marta. —¿Otra? No
me quedan.
gonzalo. —¿Dónde está Nunca?
marta. —Tú sabrás.
Estaba en tu casa. Tal vez se cansó y salió a tomar el sol.
gonzalo. —Ha desaparecido. Tú eres la única que tiene las llaves del piso y sabías
que iba a estar dos días fuera. Te has llevado a la perra ¿no?
marta. —(Mirando alrededor.) Llámala. Estará deseando verte.
gonzalo. —(Abriendo las puertas de las habitaciones.) ¡Nunca! (Silba.) ¡Nunca! ¡Nunca, soy yo...!
marta. —Ya lo ves.
No está.
gonzalo. —¿Dónde está la perra? No me voy a enfadar, Marta. Sólo quiero que me des una explicación. Me la has quitado.
marta. —¿Me vas a denunciar? No te lo aconsejo. Vas a hacer un ridículo
espantoso. (Se ríe.) Ya lo estoy viendo: marido agraviado denuncia a su esposa por secuestro
de perrita cariñosa. (A carcajadas.) ¡Qué divertido!, ¿no?
gonzalo. —No empieces a ponerme nervioso. Estoy intentando ser razonable. Te pido
que no me hagas perder los estribos.
marta. —Grita,
grita. Es muy sano. Sé que lo necesitas.
gonzalo. —(Levantando la voz.) ¡Deja de hablarme en ese tono! ¡Vas a conseguir que ocurra lo que estoy
intentando evitar! ¿Dónde está la perra?
marta. —Habla bajito,
por favor. No me encuentro bien del todo. Llevo dos días sin salir de casa.
Todavía estoy un poco...
gonzalo. —¿Qué te pasa?
marta. —Fiebre. He
estado con cuarenta grados.
gonzalo. —¿Te ha visto un médico?
marta. —He tenido
unos delirios terribles. Anteanoche me desperté gritando; soñé que te habías
convertido en una araña roja...
gonzalo. —(Preocupado.) ¡Cuándo
tuviste los primeros síntomas? ¿Dolor? ¿inflamación? ¿Has tomado antitérmicos? ¿Quieres que te explore?
marta. —No te
preocupes, ya estoy bien. He tomado antibióticos y hoy ya no tengo fiebre. Por
cierto, Gonzalo, cuando anestesiáis a un enfermo para operarle, ¿oye?
gonzalo. —¿Cómo que si oye? Bueno, si es una anestesia de tipo quirúrgico,
evidentemente no.
marta. —¿Y si es
superficial? ¿Si es superficial, escucha lo que pasa a su alrededor?
gonzalo. —Pues... sí, pero, ¿por qué me preguntas eso?
marta. —No, era una
imagen. Cuando deliraba con la fiebre me sentía como anestesiada. (Pausa.) Pero
lo oía todo.
gonzalo. —Te noto cansada. No deberías estar sola.
marta. —¿A qué hora
ha llegado tu tren? Te esperaba antes. Te has retrasado diez minutos. Llegaste
a Chamartin a las seis y media ¿no?
gonzalo. —¿Por qué lo sabes?
marta. —Te
esperaba.
gonzalo. —Sabías que iba a venir por la perra, claro. Estas reconociendo que te la
llevaste.
marta. —La recuperé. Abrí la puerta y vino corriendo hacia mí. "Ah, no", le dije
yo, y le expliqué claramente su situación. Entonces ella decidió libremente que
prefería vivir conmigo. Te aseguro que no la obligué.
gonzalo. —Me desconciertas, Marta. No sé si es que estás desarrollando un nuevo sentido del humor o es que te estás quedando
conmigo.
marta. —(Con sorna.) No, no
tengo ningún interés en quedarme contigo. Tengo prisa.
gonzalo. —Escúchame. Vamos a hablar como personas civilizadas. Nos estamos
fregando la vida demasiado el uno al otro. Esto no tiene sentido.
marta. —(Mostrándole un
poster.) ¿Qué te parece si pongo
este cartel en esa pared? Está todo tan feo...
gonzalo. —¡He venido a hablar contigo!
marta. —¿Me vas a
dar el piano? El piano era de mi padre, me lo regalo a mí.
gonzalo. —¡Cállate! Marta. ¿No te das cuenta?
marta. —(Le mira fijamente.) Ya lo sé. No soportas sentirte abandonado. Te pone enfermo. Pues
deberías tranquilizarte, porque es mentira; tú me dejaste primero y después
yo... me fui.
gonzalo. —Yo nunca te he dejado. Eso no es verdad.
marta. —No, claro,
sólo trabajabas tanto... Pues estás mejor ahora. Al menos no me hablas de sístoles y diástoles.
gonzalo. —No te entiendo.
marta. —No pretendo
que me entiendas a estas alturas. Soy un poco... paranoica, pero no tonta.
gonzalo. —Yo siempre te he tenido en mente.
marta. —Me has
tenido en casa. Tengo un vecino que dice que lo mejor de estar casado es no
tener que preocuparse de pasear a la novia.
gonzalo. —¿Por qué no me lo dijiste?
marta. —No ha sido
grave. Ya sabes que mis fiebres son psicosomáticas.
gonzalo. —¿Por qué no me dijiste que me estabas ..?
marta. —¡Qué expresión más desacertada!
gonzalo. —Marta, sales con alguien.
marta. – No
gonzalo. —¡Eso es lo de menos! Ya te he dicho que lo que no soporto es... ¡Me siento traicionado!
marta. —Gonzalito,
déjalo ¿quieres? Se me hace muy aburrido... No nos entendemos. La gente no se
puede comunicar con todo el mundo, es normal. Es una cuestión de ondas... La
tuya y la mía chocan y ¡plaf! caos, caos, caos...
gonzalo. — ¿Estas con alguien?
marta. —No. Estoy
intentando encontrar la paz.
gonzalo. —Ya sabía yo que era un... Me alegro de que, al menos, te hayas dado
cuenta.
marta. —Estaba
hablando del caos. Qué más da.
gonzalo. —Sabes que no me da igual.
marta. —No estoy
con nadie. Ya te he dicho que necesito estar sola.
gonzalo. —¿Hasta cuándo?
marta. —Hasta que
olvide y vuelva a creer en cosas imposibles.
gonzalo. —Necesito que vuelvas a casa. Esto es absurdo.
marta. —Es
totalmente absurdo. Me ha costado mucho tomar esta decisión pero ya está, ya la
he tornado.
gonzalo. —Tienes que volver. No me acostumbro a estar solo.
marta. —Es una
cuestión de aprendizaje.
gonzalo. —Marta, yo te quiero. Te juro que te quiero.
marta. —Ya lo sé.
Me enseñaste algo que no conocía...
gonzalo. —Vuelve a casa. Podemos arreglar las cosas...
marta. —Me
enseñaste lo insólito del amor: la destrucción.
gonzalo. —Quiero seguir viviendo contigo. Creo que no está todo perdido...
marta. —Puede ser
que la destrucción sea parte del amor...
gonzalo. —Mira, Marta, he estado pensando mucho en nosotros, sé que soy desgraciado pero... voy a hacer un esfuerzo por salvar
nuestra relación.
marta. —Sí, eres
muy molesto y bastante sordo.
gonzalo. —Tienes que comprenderme. Sabes que tengo muchas responsabilidades. Estoy
luchando para que me den la plaza de Jefe de Servicio. Tengo treinta camas a mi
cargo. Me paso diez horas diarias en el quirófano...
marta. —¡No! Lo de siempre no, por favor. Sueño con personas deformes, con
extracorpóreas, transfusiones, ecocardiogramas.... tic-tac, tic-tac, tic-tac,
corazones que nunca se paran.
gonzalo. —Lo hago por nosotros, por nuestros hijos. Quiero ganar dinero para que
vivamos bien...
marta. —Eso es
interesante. ¡Suerte! Nos equivocamos; yo necesito otras cosas y tú otra mujer.
gonzalo. —No me hagas perder la paciencia. He decidido que te perdono... que te
comprendo. Sé que estás un poco... desequilibrada y sé también que yo, en
parte, soy irresponsable. Vamos a ayudarnos. Si no me echas una mano no voy a
conseguir sacar la plaza.
marta. —¡Me importa un carajo! ¡Dios, toda la vida con el mismo rollo!
gonzalo. —¡No me quieres escuchar!
marta. —No.
gonzalo. —No tienes interés en hablar conmigo, ¿no?
marta. —Sí.
gonzalo. —¿Sí?
marta. —Sí que no,
que no tengo interés.
gonzalo. —¿Vas a volver a casa?
marta. —No.
gonzalo. —Te advierto que no te lo voy a pedir más.
marta. —Te lo
agradezco. Tengo prisa.
gonzalo. —Es tu última oportunidad.
marta. —No la
quiero.
gonzalo. —Es increíble el resentimiento que tienes. Estás enferma.
marta. —Sí, me
provocas palpitaciones.
gonzalo. —¡No te consiento que me hables así!
marta. —Me tengo
que ir.
gonzalo. —¿A dónde?
marta. —Vete, Gonzalo.
Lárgate de mi casa. No te he invitado a venir.
gonzalo. —Está bién, tú lo has querido. He venido aquí por algo...
marta. —Por algo
que no está. (Mira su reloj.) ¡Dios mío, las ocho menos once
minutos! (Se dirige hacia la puerta. gonzalo se pone delante para no dejarla salir.)
gonzalo. —Tú no sales de aquí hasta que no me digas dónde está la perra.
marta. —Quítate de
ahí. Tengo algo muy urgente que hacer.
gonzalo. —Devuélveme lo que me has robado.
marta. —¡Es mía! Yo la he criado, la he cuidado cuando estuvo enferma...
gonzalo. —Eso es una chorrada. Yo la sacaba a mear...
marta. —¡Mentira! Yo le daba de comer, le hacía todo...
gonzalo. —¿Quién la pagó?
marta. —Tú no
compras nada, imbécil. Nada que esté vivo. ¡Y quítate de ahí...!
gonzalo. —¿Dónde está la perra?
marta. —(Después de una pausa.) ¿Quieres
saber dónde está? ¿Quieres que te lo diga? En la Perrera Municipal.
gonzalo. —¿Que la has metido en la Perrera?
marta. —De tu casa
a la Perrera directamente. ¿Qué te crees? ¡Que iba a estar aquí esperándote?
gonzalo. —¡Eres una...!
marta. —Y no te
molestes en ir a buscarla porque no te la van a dar. Tengo un papel en el que
consta que yo soy su dueña y sólo entregando ese resguardo te la dan.
gonzalo. —¡Dame ese papel ahora mismo!
marta. —¡Me has quitado todo, pero a la perra no la vuelves a ver!
(marta intenta salir de
nuevo. gonzalo la agarra.)
marta. —¡Déjame salir! ¡Tengo que irme!
gonzalo—¡El
papel...!
marta. —Esta tarde
termina el plazo para ir a recogerla. La perrera la cierran a las ocho. Me
quedan ocho minutos. (Histérica.) ¡Ocho minutos!
gonzalo. —¿Para qué?
marta. —Me dieron
setenta y dos horas. Si no voy ahora mismo y cierran, la sacrifican esta noche.
gonzalo. —¡Eso es mentira!
marta. —¡Te lo juro por Dios! (Llorando.) He estado enferma y
sola. No he podido salir a la calle antes.... Cuando has llegado me iba a
buscarla. Por favor, te lo suplico, déjame salir. ¡No me queda tiempo!
gonzalo. —No. (marta se
lanza hacia él y le golpea.)
marta. —¡Eres
un...! ¡La van a matar por tu culpa!
gonzalo. —Por la tuya. Fuiste tú quien la llevó al matadero.
marta. —(Suplicante.) Todavía
tengo tiempo. La Perrera está aquí al lado... Quedan cuatro minutos...
gonzalo. —No.
marta. —(Le entrega el resguardo.) Toma, vete tú. Corre, yo te digo dónde...
gonzalo. —No.
marta. —¿Cómo? ¿No
vas a ir?
gonzalo. —Los caprichos de loca hay que pagarlos. (Lee el papel y
mira el reloj.) Se acabo, ya no hay tiempo.
marta. —Eres tú. Lo
veo tan bien, tan claro... Siento cierta felicidad por no haberme equivocado.
Eres depreciable. Eres una araña roja; te has comido mis raíces, mis hojas...,
has matado a mi perra...
gonzalo. —Tú la has matado. Estás loca, Marta. Y sólo por orgullo...
marta. —Sólo por
odio.
gonzalo. —Estás más grave de lo que pensaba.
marta. —Puede
sentirse satisfecho con su trabajo, doctor.
gonzalo. —Las ocho.
marta. —Adiós.
gonzalo. —Un momento, tengo que cerciorarme. (Se dirige al teléfono.)
marta. —¿Qué vas a
hacer?
gonzalo. —Llamar a la perrera.
marta. —(Señalando el resguardo.) El teléfono viene ahí.
(gonzalo marca el número. Espera y cuelga.)
gonzalo. —Han cerrado. (Satisfecho.) Tu perrita ya... (Hace un gesto de inyectar y rompe el
papel en pedazos. marta se
derrumba.) Adiós. (Sale.)
(marta mira hacia la
puerta. Después de unos segundos de angustia comienza a reírse a carcajadas.
Corre hacia una caja de embalaje, la abre y sale nunca desperezándose.)
marta. —(Sorprendida.) ¿Ya estás
despierta? Pobrecita... Muy bien, te has portado estupendamente. (Le da
algo de comer.) ¿Has oído, Nunca? Necesitaba que lo oyeras todo, que
supieras como es tu padre. Bueno, ya te vas a ir espabilando... Sólo ha sido un
sueñecito. (Saca una jeringuilla de la caja.) La culpa es de
Gonzalo; esto era suyo. (La tira con desprecio.) (¿Has visto
como todo ha salido bien? Lo conozco tanto... Sabes, yo misma me creía que era
verdad; casi me muero. Pero ya se acabó, ya no volverá a molestarnos... por lo
menos a ti, ¿nos vamos a la calle? Hale...
(NUNCA mueve
el rabo contenta. marta coge
la cadena. Salen.)
TELÓN
El
Zorro y el Cuervo Esopo
Cierto cuervo, de
los feos el peor, hurtó un queso y fue a saborearlo en la copa de un árbol. En
esa circunstancia lo vio un zorro que, con la intención de quitárselo, comenzó
a adularlo de esta manera:
- Ciertamente,
hermosa ave, no hay entre los pájaros otro que tenga la brillantez de tus
plumas, ni tu gallardía y donaire. Tu voz es tan fascinante que juzgo no habrá
quien te iguale en perfección.
El cuervo,
envanecido por el elogio, quiso demostrar al astuto zorro lo argentina de su
voz y comenzó a graznar, dejando caer el queso que tenía el pico.
El ladino zorro,
que no deseaba otra cosa, cogió entre sus dientes el suculento bocado y,
dejando burlado al cuervo, lo devoró bajo la fresca sombra de un árbol.
Quien te envanece y
engríe de tu necedad se ríe.
EVALUACIÓN DE LA LECCIÓN 3
|
|||
NOMBRE:
|
GRUPO:
|
||
Competencia: Identifica,
ordena e interpreta las ideas, datos y conceptos explícitos en un texto,
considerando el contexto en el que se generó y el que se recibe.
|
NIVEL DE LOGRO
|
||
INDICADORES
|
10-9
|
8-7
|
6-5
|
Realiza las
lecturas de los cuatro textos y muestra evidencias señalando las
características de los textos
|
|||
Completa
el cuadro de manera correcta
|
|||
El
alumno identifica género y subgénero de los textos
|
|||
Reconoce
la estructura textual o prototipo textual
|
|||
El alumno
muestra una actitud de responsabilidad, trabajo colaborativo y disciplina
dentro del salón de clase.
|
|||
TOTAL DE
PUNTOS OBTENIDOS
|